Endodoncia

Un tratamiento para salvar dientes

Muchas personas han escuchado alguna vez la palabra endodoncia, pero no saben lo que es.

Otras, cuando se les diagnostica este tratamiento, se asustan porque lo conocen como “matar el nervio”, el sobrenombre que tiene popularmente.

Pero la endodoncia es algo más que eso, que “matar el nervio”. Tal y como explica la Asociación Española de Endodoncia: es un procedimiento odontológico que trata la morfología, la fisiología y la patología de la pulpa dental y los tejidos alrededor de la raíz. Pero… ¿Qué quiere decir esto? Veámoslo más detalladamente.

Preguntas frecuentes

La endodoncia es uno de los tratamientos más habituales que se realizan en una clínica dental. Es completamente indolora al utilizar anestesia local y con ella se busca extraer parcial o totalmente la pulpa dental, los nervios del diente, que ha sido dañada o infectada por bacterias y microorganismos. Tras el vaciado, dicho espacio se limpia, se rellena y se sella para que el diente pueda volver a ser funcional para el paciente, al tiempo que recupera su aspecto natural.

Antes de la aparición de la endodoncia, el diente con pulpitis o necrosis (muerte de la pulpa) era extraído, por lo que ahora gracias a esta técnica de saneamiento y restauración dental es posible salvarlo. Ya solo se extraen las piezas que no puedan ser tratadas mediante una endodoncia.

 
 

Denominamos pulpa al tejido blando y nervioso que contiene los vasos sanguíneos que se halla en el interior del diente. Su misión es doble: por un lado nutre la pieza y la dentina y por el otro, como cualquier nervio, es el encargado de avisar al sistema nervioso de que ese lugar ha sufrido un daño.

En odontología, su inflamación es designada como pulpitis y se clasifica en cuatro categorías:

  • Pulpitis reversible. Es de carácter leve y suele ser pasajera. Es una irritación o inflamación leve que permite que la pulpa vuelva por sí sola a su estado normal poco después. Puede deberse a cambios en el pH dental, la excesiva ingesta de ácidos o azúcares o la toma de alimentos muy fríos o muy calientes, agravadas con la aparición de recesiones en las encías que generan mayor sensibilidad dental.
  • Pulpitis irreversible. La irritación es persistente causada por infección o caries dental que termina comprometiendo la pulpa dental. Se presenta de dos formas:
    • Puede generar un cuadro agudo de inflamación pulpar o dolor de muelas que se agrava con los cambios de temperatura de los alimentos, al masticar o al acostarnos.
    • En ocasiones evoluciona de forma crónica apareciendo una infección sin dolor previo de dientes. El nervio en vez de inflamarse ante la infección se necrosa y genera una infección en el hueso subyacente.
  • Pulpitis traumática. Es la que se produce al sufrir un golpe en los dientes. Se presenta en dos formas:
    • Luxación: el resultado del golpe genera un desplazamiento del diente por lo que se rompe la entrada del vaso sanguíneo que mantiene la vitalidad del diente. El resultado es la necrosis de la pulpa.
    • Fractura dental: si la rotura es profunda y se expone el nervio este se contamina con las bacterias de la boca. Por ello es esencial en caso de un golpe acudir rápidamente a la consulta para proteger la zona expuesta evitando en lo posible la endodoncia.

La principal causa de la pulpitis es la caries dental, la cual provoca una desmineralización de la pieza hasta dejar a la pulpa desprotegida y a merced de las bacterias. No obstante, también puede ser resultante de otras razones como:

  • Bruxismo o desgaste dental que puede erosionar la anatomía del diente y hacer perder el esmalte exponiendo la dentina que es más permeable a la contaminación bacteriana
  • Dientes fracturados.
  • Recesiones de encías que exponen a raíz dental.
  • Una afección grave e irreversible provocada por microorganismos y toxinas que destruyen los tejidos blandos del periodonto y el hueso que sostienen los dientes, penetrando por el cemento de la raíz hasta el nervio.

Sus síntomas más comunes son:

  • Dolor intenso en el diente.
  • Sensibilidad al calor o al frío.
  • Dolor tanto al masticar como al tacto.
  • Oscurecimiento del diente.
  • Enrojecimiento e hinchazón de la encía.
 
 

Una endodoncia puede ser unirradicular, birradicular y multirradicular, ya que depende del número de raíces y conductos radiculares (los canales que unen la cavidad pulpar con los nervios y vasos sanguíneos) que posea cada pieza dental.

  • Endodoncia unirradicular. Es la que se desarrolla en los los incisivos y los caninos al contar con tan solo una raíz o conducto.
  • Endodoncia birradicular. Es la que se desempeña en los premolares, los cuales tienen dos conductos aunque solo tengan una raíz.
  • Endodoncia multirradicular: Se realiza en aquellos dientes con tres o más conductos como los molares.
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El tratamiento por endodoncia consta de cinco pasos:

  1. Diagnóstico. Antes de someterse a una endodoncia, es necesario descubrir la gravedad de la lesión en la pulpa dental. Para ello se lleva a cabo una radiografía que permita valorar el estado del diente, desde el esmalte hasta las capas más internas. También se efectúa un estudio sobre la vitalidad del nervio sometiéndolo a cambios térmicos para ver su reacción.
  2. Anestesia local. Ya en el sillón dental, la operación comienza siempre anestesiando la zona para no causar dolor al paciente. Luego se coloca un dique de látex alrededor de la pieza a tratar para separarla del resto de la boca y garantizar su asepsia.
  3. Eliminación del tejido infectado. Primero se perfora el diente hasta llegar a la pulpa dental. Una vez allí se extrae el tejido infectado. Después, se localizan los conductos radiculares para limarlos con el fin de destruir todo rastro bacteriano.
  4. Obturación. Ya limpio, se rellena el interior del diente con un material termoplástico llamado gutapercha y se sella con un cemento biocompatible.
  5. Reconstrucción del diente. Además de la endodoncia, muchos dientes necesitan de la colocación de una corona para recuperar totalmente sus funciones masticatorias y su imagen estética.

Al acabar una endodoncia, el paciente puede sentir dolor o inflamación en el área afectada durante los días posteriores. Para aliviar estos síntomas, el dentista puede recetarle antiinflamatorios.

Para evitar la necesidad de una endodoncia, la única solución es mantener una buena higiene oral, cepillándose los dientes al menos dos veces al día, empleando regularmente cepillos interdentales o hilo dental y haciendo uso de enjuagues bucales. Y sin olvidar acudir a un dentista de confianza cada seis meses para realizarse exámenes periódicos y eliminar el exceso de sarro, especialmente si existe sangrado durante el cepillado.

En el caso de que suframos caries que afecten al nervio sólo la endodoncia nos permitirá mantener el diente funcional en la boca. Nuestro diente es la mejor alternativa, aunque el diente endodonciado es más frágil. Los implantes son una opción para reponer el diente que ha fracasado incluso después de una endodoncia, pero no son la alternativa para no hacer una endodoncia.

 
 

Nuestro equipo médico especializado en endodoncia hará un seguimiento exhaustivo de tus piezas y te recomendará salvar tu diente siempre, ya que las piezas naturales son lo más valioso para la salud en general.

En el caso de que sea imposible, contamos con especialistas que atenderán qué hacer en cada momento para hacerte una recomendación honesta y de calidad.

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